sábado, 13 de abril de 2013

13 / 04 / 2013

Hace nada, he leído una pregunta que decía: ¿existe el tiempo o lo inventamos nosotros?


Y yo me pregunto: ¿realmente existe "el tiempo"? Porque nosotros encerramos los momentos en un reloj. En un calendario. Segundos, minutos, horas, días... ¿Pero por qué tiene que ser así? ¿Por qué no medir "el tiempo" en recuerdos? Lágrimas, sonrisas, pasos, caídas...



¿Acaso el alma no es infinita? Pues no la encerremos en un formato uniforme. Dejemos que vuele, que no le ate "el tiempo", ni nosotros. Dejémosla a sus anchas.

¿Acaso el cuerpo no la encierra? Nuestro alma vive aquí, acompañándonos cada segundo, pensando el cielo. Por ello lloramos cuando vemos una estrella fugaz sin motivo aparente. Es nuestro alma que quiere viajar con ella.


El cuerpo es un estorbo. Es otra medida de tiempo como un reloj. Que se va pudriendo, apagando poco a poco. Y así debe de ser. Pero no debemos dejar escapar nuestro espíritu cuando antes. No debemos darle ese capricho. Todo a su debido tiempo. Así, cuando salga de pronto, podrá aprovechar su libertad como lo desee. Lo que hubiese llevado planeado durante el tiempo que viviese el cuerpo en el que estaba encerrada, ahora lo podrá disfrutar y llevar a cabo.



¿Y a dónde va el alma cuando el cuerpo perece? Bueno, a mí me gustaría pensar que se convierte en una nueva estrella. Allí, observándonos y sonriendo desde el universo. Pero también me gustaría creer que vuelve a quedar atrapada dentro de un nuevo cuerpo. Dentro de un nuevo ser. Porque no vuela su imaginación y siempre ha sido oprimido. Por lo que le dan libertad y no sabe qué hacer con ella.



No dejéis que vuestras almas vuelen. No todavía. Vivid con el tiempo, cuadriculados. 

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