miércoles, 14 de agosto de 2013

Entonces.

Y cuando llega el momento en el que sabes cómo se siente la otra persona, pero no puedes evitar hacerle daño... Ahí es cuando te das cuenta de verdad de que las personas no siempre hacen daño porque les gusta.


Porque estamos obligados a hacerlo pasar mal a muchas personas que nos rodean, y ellos siguen ahí.

Porque estamos obligados a fallarles.
Porque al igual que nosotros aprendemos debido a los malos momentos, podemos ser profesores de los mismos.


Y todo eso está bien. 

Todo eso es correcto, porque lo necesitamos.
Tenemos que aprender a sufrir y a hacer mal.
Para ponernos en la piel de los demás.

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